PARA ANA


La cita
Por Paulina Vinderm
A la memoria de Ana Calabrese



Íbamos a tomar el vino del atardecer,
sentadas en el piso,
a desplegar el dolor y los amores literarios
como un mantel: algunos agujeros y colores seguros.
Dos mujeres expulsadas del idioma, de la fiesta,
de una terca latitud.

Íbamos a dejar que el río nos invada
(todos tus amigos me hablaron más del río
que de tu desesperación)
Trocitos de corcho, historias de algún tío
obsesionado por la libertad del espíritu, restos
de un ángel pintado sobre una percha de madera.
Tu suicidio anunciado los refugió en el bosque
(a ellos, los lobos, los amigos),
los vació de palabras.

Extraña flor de sombras chinas en la pared,
te convertiste en una voz y un silencio contra un río.

Un poema condenado a una caja inasible.
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DESCALZA POR LA MUERTE
Por Marcela Mugica
(A Ana Calabrese)

La melancolía arrebata tu imagen
y el estigma de los poemas que rezaste un día
se desvanece de las hojas
marcadas con violeta

Tus libros se esfumaron de los estantes
convirtiéndose en polvo,
que sacude algún viejo librero.

Dicen que las palabras se hicieron lágrimas
en los pañuelos de quienes te amaban,
y tu alma invadió a los jóvenes para hacerlos poetas.

Ahora pagas tus pecados.
La condena es saber que nunca mas
podrás despertar en Londres.

Y solo cuando ya no queden palabras
dejaras de caminar,
descalza por la muerte.
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CON ALAS EN SU ESPALDA
por Marcela Mugica
La vida le paso ante sus ojos
y la encontró miserable.

Los pálidos destellos de su alma
quedaron en la caída.

Mil manos para agarrarla
ninguna capaz de socorrerla.

Las letras que tanto amaba
se vistieron de luto,
por la pena de sentirse incomprendidas.

Ni tantas postales y olores,
pudieron enseñarle
que no es poético partir en primavera,
que lo que creo un día
la llorara por siempre,
que las alas en su espalda,
son para andar por la vida
y no para volar por la vida que no puede.
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